El whisky, la bebida más clásica y distinguida de todas, nació en las abadías del siglo XV. Repasamos la historia de la que se convirtió en la bebida alcohólica más popular del mundo.

El whisky es la bebida nacional de Escocia y de hecho, allí nació, en el corazón de las abadías del siglo XV. Hoy se venden cientos de millones de botellas y sus variedades más sofisticadas tienen premios internacionales propios, son el ingrediente estrella de postres, cócteles y recetas.

LA VARIEDAD DE ETIQUETAS DE WHISKY ES CASI INFINITA. FUENTE. HISTORIA.NATIONAL.GEOGRAPHIC.COM

El whisky: nacido en el corazón de las abadías del siglo XV

La producción y el consumo de whisky se remonta al siglo XV. La primera mención de este destilado aparece en un documento de 1494 como “agua de la vida“ en una hacienda escocesa. Allí el rey Jacobo IV de Escocia concede al fray Jhon Cor, el monje de la abadía de Lindores, ocho boles de malta para producir aqua vita para el rey. 

El whisky se hacía con un alambique rudimentario que destilaba el aqua vitae. Aunque consistía en una bebida relativamente simple, el alcohol destilado de grano de cereal fermentado y añejado luego en barriles de madera se convirtió pronto en todo un éxito. 

La versatilidad del destilado asegura su triunfo. El whisky puro, el blend, las versiones ahumadas, afrutadas, y con otros toques. La bebida como base de cócteles, postres y recetas. Todo convierte al whisky en un ingrediente casi perfecto para consumir de miles de formas sin cansarse.

¿Cuál es el origen del whisky?

Aunque sabemos que posiblemente el whisky como se lo conoce hoy haya surgido en Escocia, en donde se enriqueció de los elementos hasta llegar a ser una bebida compelja y sofisticada, existen interminables teorías sobre su origen. 

Hay quienes lo atribuyen a los egipcios. Otros, a los griegos: en tiempos de Aristóteles ya se hacía aguardiente. Y es innegable que los alquimistas medievales colaboraban con el mundo árabe. 

En todo caso, en el año 1500 las evidencias históricas pueden ser algo confusas y difíciles de cotejar. El documento que se refiere a agua de la vida puede haberse referido al whisky o también al brandy o al licor. La primera referencia del whisky tal como lo conocemos hoy es en una revista irlandesa de mediados del siglo XVIII. 

Claro que eso no quiere decir que no se destilara antes, ni que sea casi imposible dar con sus orígenes anteriores a eso. 

Aunque hay que decir que la importancia económica del whisky se unía, por esa época, a la tradición y las propiedades curativas que se le confería. 

Con el correr del tiempo, el emplear el grano para destilar y no para comer – en tiempos de hambruna- fue un lujo que hizo que la producción del whisky quedara en mano de los nobles. 

La bebida escocesa adquirió entonces una especie de buena fama que contrastó con la mala fama de la ginebra, responsable de los desórdenes de las clases populares en inglaterra allá por el siglo XVIII. El whisky era una bebida que la Corona apoyaba y hasta pusieron de moda Escocia como destino para ir a vacacionar. 

Los mayores consumidores de whisky, el Imperio birtánico, llevarían su fanatismo por la bebida escocesa a los cinco continentes con los barcos de la Armada. Con el extra de ser saludable por no afectar ni el hígado ni la cabeza, como era vox populi, el whisky creció fácilmente como un consumo aspiracional, cuando el rey Eduardo VII comenzó a beberlo como agua. Los súbitos lo imitaban como una costumbre chic y los pueblos invadidos fueron conociendo sus virtudes. 

Así, el whisky se convirtió en una de las bebidas más populares y exitosas, capaz de renovarse, reinventarse, mezclarse, y convertirse en sabrosas cremas, cafés o tragos. 

Con miles de etiquetas, calidades y variedades el whisky puede tener tonos más dorados, reflejos caoba, o poseer miles de tintes diferentes, pero sin duda, es un placer que se propagó por el mundo.

¡Salud!

Fuente: mdzol.com